Punto de partida de la expedición: Puerto Inírida
Un lugar agradable y pequeño en medio de la selva tropical, no muy lejos de la frontera venezolana y del Orinoco, sería nuestra base para las excursiones en barco a los poblados indígenas de los alrededores, donde pudimos hacer noche. También nos acompañaron a cada uno de los biotopos en los que queríamos observar a los peces bajo el agua.
Ya en el vuelo de aproximación, nuestra fantasía echaba a volar ante las vistas de los meandros de los ríos, los bancos de arena y una jungla de aspecto impenetrable, sin caminos ni pueblos. Los días siguientes los pasaríamos justo por ahí para poder observar nuestros queridos peces de acuario, o incluso algunas especies nuevas, en sus hábitats naturales.
Vistas desde el avión a la jungla y los ríos
El mismo vuelo de aproximación hacia Puerto Inírida es espectacular. Se ven los ríos y la jungla desde arriba, y en la mente ya nos imaginamos dentro del río observando a los peces.
Este vuelo nacional y el vuelo de vuelta hacia Bogotá dos semanas después fueron las únicas cosas que no salieron del todo bien durante la expedición. La aerolínea Satena se puso a cobrar a cada miembro de la expedición un recargo por exceso de equipaje, para darse cuenta justo antes del vuelo de que el avión no podía salir porque pesaba demasiado. Pudimos negociar con ellos que no se quedase en tierra ningún miembro de la expedición, sino que solo se cargasen tantas maletas como fuese posible hasta que el peso del avión fuese apropiado para la corta pista de aterrizaje de Inírida. Lamentablemente nos informaron mal de que daba igual la cantidad de equipaje en el vuelo de vuelta a Bogotá, y eso nos obligó a dejar de verdad a dos personas atrás, que pasaron una noche más en Inírida.
Puerto Inírida solo es accesible por el aire y por el agua. Todos los caminos acaban tarde o temprano. Es el lugar perfecto para disfrutar de los hábitats preciosos e intactos de nuestros peces de acuario. Mauricio Bernal, el chef del Hotel Toninas, ha sido un anfitrión perfecto y se ha convertido en un buen amigo.
Visita turística en moto por la ciudad en 2 minutos
Un colombiano simpático nos acompaña en la visita a Puerto Inírida El lugar solo es accesible por avión o barco. ¡Y una corta visita turística en el asiento trasero de una moto es algo muy divertido!
Con él planificamos todas las «excursiones» de tal modo que todo salió bien. La última tarde antes de marcharnos a Bogotá, él organizó con una tribu indígena una velada inolvidable con bailes tradicionales y también comida tradicional. Sin embargo, la pizza que hubo al final les gustó más a todos. Ni siquiera una cucaracha adulta encima de la pizza pudo quitarnos el apetito.
En el municipio se puede comprar prácticamente de todo. Algunos olvidaron las gafas de buceo o necesitaban ropa nueva como, p. ej., nuestra compañera francesa Laurine, porque Lufthansa había extraviado su maleta. Pero allí había de todo. La gente de allí fue siempre muy amable y se dejó fotografiar encantada. En Puerto Inírida apenas hay turismo. La mayoría de los turistas son de Colombia mismo y de los EE. UU. Vienen para disfrutar de la naturaleza o para pescar.
Parece que todo el mundo se iba por la tarde al puerto a admirar la puesta de sol aunque la tormenta inminente estropeara un poco la puesta de sol.
Por la mañana salieron nuestros tres equipos (de habla alemana, inglesa y francesa) en barco hacia los campamentos indios donde se pasaba la noche e iniciaban las excursiones a lo biotopos.