¿Es peligroso el dióxido de carbono de los equipos de gas a presión?
500 g de dióxido de carbono son 11,36 moles (1 mol de dióxido de carbono pesa 44,01 g).
1 mol de un gas ideal ocupa en condiciones normales (presión del aire y temperatura normales) un volumen de 22,4 litros, y si esto lo aplicamos a 500 g de dióxido de carbono:
11,36 x 22,4 l = 254,48 l.
Una habitación de 20 m² (4 m x 5 m) con el techo a 2,5 m de altura contiene 50 m³ de aire, lo que equivale a 50.000 litros.
El dióxido de carbono es más pesado que el aire y se concentra por abajo en condiciones tranquilas. 500 g de dióxido de carbono se situarían 1,27 cm por encima del suelo.
Por consiguiente, 2 kg se situarían a una altura 4 veces superior.
Si el CO₂ se mezcla con el aire de la habitación, los 254,48 l de dióxido de carbono en una habitación de 20 m² de altura normal con un volumen de 50.000 l equivaldrían a una concentración de dióxido de carbono del 0,5 %, es decir, estarían dentro del margen de concentración máxima en el lugar de trabajo en una jornada de 8 horas.
Por tanto, no existe un riesgo excesivo que se derive de los equipos de dióxido de carbono a presión usados en acuarios.
No obstante, para manejar el equipo de gas a presión hay que tener en cuenta algunos factores:
1) Las bombonas de gas a presión deberían someterse a revisión de la TÜV cada 10 años.
2) Las bombonas oxidadas, especialmente por la parte del fondo, no deberían seguir usándose aunque tengan un sello válido de la TÜV.
3) No almacene al sol las bombonas de gas a presión, ya que esto aumentaría la presión interior. Normalmente tampoco ocurriría nada en ese caso, ya que las bombonas están diseñadas para soportar una presión de hasta más de 200 bares. No obstante, podría romperse el disco de ruptura, provocando que la bombona se vacíe por completo. En tal caso, no toque la bombona con las manos desnudas, ya que esta se enfría mucho debido a la caída de presión.